NUEVA ESPAÑA
La piratería a
fines del siglo XVII : Asedio de Cartagena por el Barón de Pointis
La piratería en el mar Caribe adquirió gran auge en el último tercio del
siglo XVII. En 1671 el pirata inglés (después gobernador de Jamaica) Henry
Morgan cumplió la increíble hazaña de cruzar por tierra el istmo de Panamá y
tomar e incendiar a la ciudad del mismo nombre, la cual quedó completamente
arrasada y hubo de ser trasladada a otro sitio. En 1682 un sencillo pero culto
campesino, Bernardo Rodríguez, residente en Cartagena, envió al rey una carta
que es fiel reflejo de la desazón y el desamparo experimentados por los
españoles ameri
Esta desolada y al mismo
tiempo altiva misiva recoge el pesimismo reinante entonces en las Indias, cuyos
pobladores se sentían impotentes ante la rapante audacia de los piratas, contra
quienes nada hacía la inoperante y corrupta armada de Barlovento, cuya misión
era precisamente esa: proteger a los habitantes del saqueo y de la feracidad de
los filibusteros, principalmente ingleses y franceses, adueñados del Caribe y
del golfo de México. Y esta Cartagena, que antes tenía más de veinte
propietarios de barcos, hoy ya no tiene ninguno y sólo tiene comercio con Cuba,
de donde tres navíos que venían con azúcar fueron cogidos por el pirata y sólo
se pudo librar uno. Y faltaba aún el tremendo y devastador ataque del
célebre Lorencillo (Laurent Graff), coaligado con otros piratas, contra
Veracruz en 1683. Es poco conocido el hecho de que después del atroz saqueo de
esa ciudad y de una corta e imprescindible escala en Jamaica, para dejar allí
sus presas y reaprovisionarse de bastimentos, Lorencillo se estableció a fines
de 1683 en la Isla Fuerte, al sur de Cartagena, pero no se atrevió a atacar
esta plaza cuyo inepto, iluso y jactancioso gobernador Juan de Pando se limitó
a enviar, en diciembre de aquel año, tres inadecuados navíos del asiento de los
negros de los Grillos, los que Lorencillo capturó en un abrir y cerrar de ojos.
Después, con arrogante sorna, le envió un mensajero al gobernador para
agradecerle su "aguinaldo" decembrino. Pando disimuló la
incompetencia de su administración (que duro hasta 1687) enviando
"espías" a Jamaica y divulgando en todos los puertos del Caribe
cuanta noticia obtenía de quienes venían de Jamaica y Pitiguao (Saint
Domingue). Pero hay que abonarle a Pando que hizo construir una galeota y una
galera y que impulsó notablemente las obras de fortificación de la ciudad
amurallada.
Lo más extraordinario de este lánguido final del siglo XVII en América fue que en abril de 1680 unos trescientos bucaneros ingleses atravesaron el istmo de Panamá y capturaron en el golfo de San Miguel en el océano Pacífico un barco de 30 toneladas, después otro más pequeño y, finalmente, una nave de 400 toneladas y otras cuatro más. Esto cambió por más de cinco años la historia del océano Pacífico, en cuyas costas estas naves y otras sembraron el terror y el pánico desde Pueblo Nuevo, en Nueva España, hasta el sur de Chile, sin atacar nunca El Callao, Panamá, ni Guayaquil, sino sólo los puertos menores. Los piratas más resistentes, unos 146, al mando de Bartolomé Sharp, salieron por el estrecho de Magallanes y llegaron a la isla antillana de Barbados, y de allí pasaron a Jamaica en donde los esperaba el nuevo y transformado gobernador Henry Morgan, que tenía una orden de arresto para Sharp; pero este último prefirió enfrentar la justicia en la propia Inglaterra, seguramente con la complicidad de su ex colega el flamante gobernador Morgan.
Lo más extraordinario de este lánguido final del siglo XVII en América fue que en abril de 1680 unos trescientos bucaneros ingleses atravesaron el istmo de Panamá y capturaron en el golfo de San Miguel en el océano Pacífico un barco de 30 toneladas, después otro más pequeño y, finalmente, una nave de 400 toneladas y otras cuatro más. Esto cambió por más de cinco años la historia del océano Pacífico, en cuyas costas estas naves y otras sembraron el terror y el pánico desde Pueblo Nuevo, en Nueva España, hasta el sur de Chile, sin atacar nunca El Callao, Panamá, ni Guayaquil, sino sólo los puertos menores. Los piratas más resistentes, unos 146, al mando de Bartolomé Sharp, salieron por el estrecho de Magallanes y llegaron a la isla antillana de Barbados, y de allí pasaron a Jamaica en donde los esperaba el nuevo y transformado gobernador Henry Morgan, que tenía una orden de arresto para Sharp; pero este último prefirió enfrentar la justicia en la propia Inglaterra, seguramente con la complicidad de su ex colega el flamante gobernador Morgan.
Las tropas de Diego de los
Ríos estaban integradas en su mayoría por negros y mulatos inexpertos, pero eso
no justifica su derrota. El célebre médico de los filibusteros A.O. Exquemelin,
en la versión definitiva de su obra sobre los piratas publicada en francés, nos
dice que estuvo personalmente en Cartagena, con Pointis, cosa que antes se
ignoraba.. Así se desvirtúa la creencia de que Ducasse encabezó la horrible
depredación de sus filibusteros.
Cuando en 1700 accedió al trono de España Felipe V, el nieto de Luis XIV, la marina francesa se dedicó a proteger a los barcos españoles. Dos veces más estaría Ducasse en Cartagena: como jefe de la escuadra gala que escoltó a las naves peninsulares de la flota de Nueva España desde Cartagena a Veracruz en 1708 (por primera vez, que sepamos, la flota de Nueva España viajó junto con la de los galeones de Tierra Firme hasta Cartagena) y luego en 1711 como capitán de un navío que llevó la plata y el oro desde Cartagena hasta España. Ducasse es un interesante personaje que también estuvo en Africa dedicado a la trata negrera y que merece una biografía.
Con la llegada de los Borbones al trono en 1700, la piratería fue prácticamente desterrada de nuestras costas, pero los barcos franceses fueron durante casi veinticinco años autorizados a llevar mercancías desde Europa a Lima, El Callao y otros puertos del Pacífico por el Cabo de Hornos, causándole así un comprensible daño a Cartagena, a Panamá y a la flota de los galeones, que empezó a languidecer hasta su definitiva desaparición en 1737.
Concluyendo, se puede decir que a lo largo de todo el siglo XVIII que fue cuando Nueva España estaba en su apogeo había ciertos sucesos que hicieron al mar un lugar por así decirlo inseguro de todos los personajes que destacan como piratas, en ese tiempo llamados también bucaneros algunos realmente lo hacían por necesidad de algo estable, otro en cambio lo hacían por temerarios y por ganar respeto por las personas a su alrededor. Existen muchas leyendas de cómo fue la piratería en ese entonces sin embargo como su nombre lo dice “La leyenda” no es exactamente la mejor fuente de confianza que tenemos hoy en dia, sino los testigos u objetos de antaño.
Cuando en 1700 accedió al trono de España Felipe V, el nieto de Luis XIV, la marina francesa se dedicó a proteger a los barcos españoles. Dos veces más estaría Ducasse en Cartagena: como jefe de la escuadra gala que escoltó a las naves peninsulares de la flota de Nueva España desde Cartagena a Veracruz en 1708 (por primera vez, que sepamos, la flota de Nueva España viajó junto con la de los galeones de Tierra Firme hasta Cartagena) y luego en 1711 como capitán de un navío que llevó la plata y el oro desde Cartagena hasta España. Ducasse es un interesante personaje que también estuvo en Africa dedicado a la trata negrera y que merece una biografía.
Con la llegada de los Borbones al trono en 1700, la piratería fue prácticamente desterrada de nuestras costas, pero los barcos franceses fueron durante casi veinticinco años autorizados a llevar mercancías desde Europa a Lima, El Callao y otros puertos del Pacífico por el Cabo de Hornos, causándole así un comprensible daño a Cartagena, a Panamá y a la flota de los galeones, que empezó a languidecer hasta su definitiva desaparición en 1737.
Concluyendo, se puede decir que a lo largo de todo el siglo XVIII que fue cuando Nueva España estaba en su apogeo había ciertos sucesos que hicieron al mar un lugar por así decirlo inseguro de todos los personajes que destacan como piratas, en ese tiempo llamados también bucaneros algunos realmente lo hacían por necesidad de algo estable, otro en cambio lo hacían por temerarios y por ganar respeto por las personas a su alrededor. Existen muchas leyendas de cómo fue la piratería en ese entonces sin embargo como su nombre lo dice “La leyenda” no es exactamente la mejor fuente de confianza que tenemos hoy en dia, sino los testigos u objetos de antaño.
Bibliografía
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